Cartografía del Alma

Una conversación con el escritor Raúl Méndez Rodríguez sobre la soledad, la crítica a la normalidad y el poder sanador de la literatura.


¿Cuál es el origen de tu vocación como escritor? ¿Nació de un momento específico o fue un descubrimiento gradual?

La literatura estuvo presente de una forma rara en la escuela. Recuerdo el día que me llevé un libro de cuentos a casa; recuerdo que no lo leí, pero como me sentaron al lado de la niña que me gustaba, se lo describí de una manera tan hermosa que, incluso en mis inventos, dudaba si realmente no me había leído el libro. Desde allí, me encantó imaginar historias, quizá como una forma de acercar personas especiales a mi vida. Se volvió la forma de conectar, una que lamentablemente perdí en etapas posteriores de la educación pública debido a la pobre calidad de los centros educativos en los que me inscribieron; no lo digo como un reclamo, sino como una reflexión.

Una guía clara en etapas tempranas me hubiera economizado mucha soledad, mucho rechazo y muchas malas experiencias que, si bien me enriquecieron en el aire de nostalgia y desaliento que ahora plasmo y se palpa en mis textos, me han hecho realmente infeliz. La conexión con las personas, mágicamente, también renació con la literatura, y espero crecer con ella en otras áreas y superar la tristeza que ha hecho casa en mi corazón.

Mencionas la soledad como una experiencia clave. ¿Qué papel ha jugado en tu proceso creativo? ¿Es la escritura una forma de transformar esa tristeza, de acompañarte o de sobrevivir a ella?

Qué hermoso pensar que la mejor compañía es la propia. La soledad me ha dado mucha fuerza, aunque ha dejado grandes vacíos que ahora, de a poco, he ido sanando. Ha sido un desapego afectivo, una incapacidad de conectar emocionalmente, un alejarme cuando me siento demasiado cerca.

Una lágrima que solo ha visto mi perrita me acompaña a diario. Y escribo para secarla, y la seco, pero la lágrima que no ha salido se posa en mi visión de la vida y mancha con desaliento lo que realmente quiero, lo que aprecio, y no me deja abrazar más que pocos momentos de felicidad que pasan demasiado rápido y esporádicamente.

Tus textos a menudo exploran lo que damos por sentado. ¿Qué temas o preguntas recurrentes buscas desenterrar con tu escritura?

Me encanta pensar en lo ignorado, lo que vemos como "normal". Muchas de las cosas que nos enseñan no tendrían sentido en otros contextos no muy lejanos. Y me pregunto si solo me han moldeado como una pieza de un reloj, para que gire y gire sin preguntarme cuál es el sentido de medir el tiempo. Quizá seguir siendo roca y no convertirme en engranaje también está bien.

Algunas ideas de mi actualidad no las logro comprender y, si esto me ha dejado surcos en mi visión, espero llegar a cubrirlos, o al menos medirlos, mediante una exploración personal a través de la lectura y de la escritura creativa como cura del mal de no ser lo que se requiere. No digo que eso sea malo, sino que me hace consciente de que muchos tenemos nuestra forma que se adapta perfectamente en otras áreas. Las personas no nos ponemos a pensar qué sentido tiene hacer lo que hacemos, y yo quiero que eso se pregunte desde muy pequeños. No está mal ser parte de la máquina, pero no a ciegas, sino con plena conciencia de cuál es el aporte que hacemos a la sociedad y, principalmente, a nosotros mismos.

Esa mirada crítica parece nacer de una profunda reflexión personal. ¿Tu escritura surge desde un lugar político, emocional o es simplemente una extensión de tu forma de ser?

Me nace de la forma en que he aprendido a ver el mundo, de una forma propia de luchar contra las barreras y de sanar lo que muchas veces son cosas pequeñas, pero que han crecido con el tiempo en mi interior. No critico la sociedad, critico la falta de crítica propia, la falta cultural de examinarse primero a uno mismo, de saber cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, y saber cómo puedo aportar como individuo a todos los seres y cosas que me rodean. Cómo mejorar desde una posición cómoda y que no genere la ola de infelicidad que, creo firmemente, cubre a gran parte de las personas.

Hablemos de tus obras. ¿Qué hilo conductor une a Textos imprescindibles, Anexos y Cartografía del desaliento, y qué define a cada una?

Los une un profundo deseo de sentirme querido por mí mismo. Son hijos que me han dado felicidad, pero que no borran la oscuridad que, de a poco, se vuelve insignificante al lado de la alegría y la compañía que han traído a mi vida en forma de lectores y amigos. Y también los une una clara visión del aporte de mi entorno, de mi familia, conociendo sus debilidades y apreciando más todo lo bueno que he recibido de ellos.

Sobre "Textos imprescindibles":

Tardé siete años en acumular los textos de este libro, aunque tomada la decisión de publicarlos, tardé dos meses en armar un conjunto de textos con mucho potencial. Es una incursión valiente, sin experiencia, pero con mucha ilusión por revelar ese mundo interior que había sido mostrado a un círculo muy pequeño de lectores, en los que la familia no estuvo incluida, pero que me alimentó de otras formas de las que no me puedo olvidar. Un escritor famoso dijo que solo había escrito un libro en su vida y que siguió reescribiéndolo el resto de su vida; así me siento con Textos imprescindibles.

Sobre "Anexos":

Tras dos años desde la publicación de Textos imprescindibles, me quedaron textos sueltos y nuevos que simplemente buscaron la forma de materializarse. Al recibir la beca del Ministerio de Cultura de Costa Rica, armé un conjunto que mezcla un humor particular y un aire poético que recorre todo el libro. Es de menor extensión, pero de una madurez en el proceso, enriquecida con los procesos de los libros editados de escritores amigos. Anexos es el paso necesario para llegar a libros de una madurez muy superior, que siendo en muchos aspectos reescritura, se transforma en algo terminado como lo es Cartografía del desaliento. Además, me ha dado una lección con el poder de las palabras y me ha permitido conectarme con personas increíbles.

Sobre "Cartografía del desaliento":

Es la seguridad de estar dando forma conscientemente a una obra completa y compleja, de pulir sin matar los textos ya escritos y trabajar en textos nuevos muy fuertes. Si alguna vez estuve seguro de haber hecho lo que quería hacer, fue cuando este libro salió a las manos de personas que yo sé que van a apreciar ese trabajo. Muchas veces se malinterpreta como falta de creaciones nuevas, cuando la reescritura es una forma de amar lo que se era y decirle al oído al que fui: "Gracias por haber recorrido ese trayecto hasta aquí, ahora me toca a mí darle el final que se merece ese esfuerzo y pasión por lo que se hace".

Además de escritor, eres editor del Sello Editorial Dimensión Inédita. ¿Cómo nació este proyecto y cuál es su misión?

Siendo franco: es difícil que un libro como Textos imprescindibles vea la luz si no es desde un camino propio. Así que me armé de valor, me armé de fuerza y, con la publicación del libro, nació un sello editorial que busca obras y autores como el que fui, para aportar en todas las formas que me son posibles. A veces me da tanto trabajo que exploto en laberintos de tareas, y casi nunca alcanza el dinero, pero me ha hecho inmensamente feliz.

En 2025 es hora de conservar energía. Después de 11 libros en 3 años, quiero volver a las bases. No quiero convertirme en algo que no quiero ser, si bien adoro ayudar a autores emergentes y consolidados que me confían sus trabajos. Quiero concentrarme en mi arte, en explorar nuevas formas de expresión y no ser presa de mi propia ambición y ganas de ayudar.

Estaré a la cabeza del Sello Editorial Dimensión Inédita hasta donde me sea posible. Quiero ayudar de la manera que me hubiera gustado que me ayudaran, pero al mismo tiempo quiero progresar en proyectos más ambiciosos, relacionados con la cultura y el arte, pero desde inicios distintos. Yo soy una pieza importante, pero deseo que la editorial siga incluso sin mí, ayudando a cumplir los sueños más allá de Raúl. Y quiero que Raúl crezca de otras maneras para poder apoyar el sello editorial, para que abra más puertas a los que confían en una propuesta venida desde el corazón herido de un escritor que se dio cuenta de que podía hacer que otros amaran la literatura de la misma manera que él la ama.